Las Arnillas

Tipo

Sepulcro de corredor

Coordenadas UTM (ETRS89)

x = 444.363; y = 4.729.508

Coordenadas geográficas (WGS)

Latitud 42.716057; Longitud -3.679470

Coordenadas Google Maps

42.716057,-3.679470

Acceso

Existen dos posibilidades. Para quienes decidan acceder a pie, en un relativamente cómodo paseo de tres cuartos de hora, pero en el que se ascienden 150 m, se recomienda tomar la senda señalizada que parte de La Granja, a la derecha de la carretera Sedano-Pesadas (BU-V-5032) en su punto kilométrico 4.3. Si, por el contrario, se decide hacerlo en automóvil se seguirá esa misma carretera hasta el km 7 donde se cogerá a la derecha el camino de Los Llanos. Recorridos dos kilómetros, se tomará un nuevo desvío a la derecha y desde allí, en veinte minutos de agradable marcha a pie o en cinco si el desplazamiento sigue siendo en coche, llegaremos directamente al dolmen, situado orilla misma del camino.

Entorno

Se emplaza entre las localidades de Moradillo y Gredilla de Sedano, destacando en el punto más alto de un páramo que se encuentra delimitado por profundos valles recorridos por el río Moradillo y el arroyo de Cabillas.

Descripción

Las Arnillas es un típico sepulcro de corredor formado por una cámara de tendencia circular (casi 4 m de diámetro) y un pasillo con cubierta plana que se extiende 12 m en dirección SE. Toda la estructura se ve envuelta por un gran túmulo de hasta 25 m de diámetro que alcanza los 2 m de altura en el centro, convirtiéndose así en uno de los dólmenes más grandes en el contexto megalítico de La Lora. Acorde con la monumentalidad de la estructura, el dolmen de Las Arnillas alberga el osario más nutrido de todos los megalitos excavados con una treintena de individuos encontrados en la cámara y a lo largo del corredor, cuyos restos nos han llegado totalmente revueltos. Es posible que los miembros de la comunidad propietaria del monumento intervinieran en la tumba periódicamente reagrupando los elementos más significativos tales como cráneos o huesos largos, todo ello como parte de algún tipo de ritual funerario del que nos ha quedado como testimonio un conjunto de cráneos localizados en el corredor. Estas prácticas se habrían realizado tras la descomposición de los cuerpos, momento en el que es más sencillo manipular los huesos ya desprovistos de los tejidos blandos. En Las Arnillas se produce un curioso fenómeno lumínico en relación con su orientación y la luz solar. La frecuente alineación de los corredores hacia el sureste no es casual, pues en su mayoría los dólmenes se desvían ligeramente de forma que los pasillos apuntan perfectamente hacia la salida del Sol durante el solsticio de invierno. Se ha comprobado que, cuando se produce este fenómeno astronómico, los primeros rayos del amanecer impactan contra los ortostatos del fondo de la cámara e iluminan todo su interior, produciendo curiosos efectos. En Las Arnillas se puede observar además cómo la luz ilumina un bloque del corredor con decoraciones naturales, consistentes en ondulaciones que quedaron fosilizadas en la roca por la antigua acción del agua y del viento sobre arena suelta (ripplemarks). Se trata de una singular piedra que tal vez sería seleccionada cobrando algún tipo de protagonismo en el ceremonial megalítico. Los materiales arqueológicos que acompañaban a los muertos revelan diferentes momentos de utilización, ya que estas grandes sepulturas albergaron enterramientos en diversas épocas. Primero encontramos algunos ajuares neolíticos antiguos, compuestos por microlitos geométricos, espátulas, y cuentas de collar que nos sitúan a mediados del IV milenio a.C. Más tarde los ajuares incorporaron puntas de flecha y un singular puñal de sílex cuyas tipologías son propias de centurias posteriores, más hacia finales de este milenio. Y, por último, tras un paréntesis de más de 500 años en que el dolmen permaneció fuera de uso, se depositaron restos de vasos campaniformes característicos del final de la Edad del Cobre. Estas últimas cerámicas y los materiales que las acompañan (p.e. botones de hueso perforados en “V”) reflejan que, hacia el 2000 a.C., individuos que ostentaban cierto poder en la comunidad, reabrieron aquellas tumbas milenarias para enterrarse en ellas buscando, quizás, legitimar su autoridad. La técnica de datación del carbono 14 confirma la existencia de todos estos ciclos de enterramiento en el dolmen de Las Arnillas. En cuanto al perfil poblacional de los individuos enterrados, resulta difícil extraer conclusiones generales por su correspondencia, como hemos visto, a distintas épocas. Los análisis antropológicos muestran cierto predominio de hombres frente a mujeres, así como una escasa proporción de niños, aunque en parte esta última pueda deberse a una peor conservación de sus huesos. Otros datos reveladores son la presencia de huellas patológicas infecciosas, entre las que destaca un individuo con un signo característico asociado a la tuberculosis vertebral, el mal de Pott, y que se manifiesta en la curvatura excesiva de la región torácica de la columna, conocida popularmente como giba tuberculosa. Otras afecciones comunes son las patologías bucodentales, caries ligeramente frecuentes o lesiones derivadas de traumatismos y esfuerzo físico, lo que nos hablarían de unas condiciones de vida duras, ligadas a los modos de subsistencia neolíticos. El dolmen de las Arnillas también cuenta con testimonios de prácticas de trepanación craneal realizadas en individuos vivos, algunos de los cuales sobrevivieron ampliamente a estas intervenciones. Dicha práctica, que consistía en perforar la calota craneal dejando partes del encéfalo al descubierto, no fue extraña durante la Prehistoria Reciente, con casos bien documentados en muchos ámbitos geográficos. Más allá de las motivaciones que llevarían a las gentes del Neolítico a perforar los cráneos, ya fueran rituales, terapéuticas o la conjunción de ambas, demuestran un notable conocimiento anatómico y un cierto interés por el cuerpo humano.

Bibliografía

Delibes de Castro et alii (1986): “Dólmenes de Sedano. II. El sepulcro de corredor de Las Arnillas (Moradillo de Sedano, Burgos)”, Noticiario Arqueológico Hispánico, XXVII, pp. 7-39.

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