La Cabaña

Tipo

Sepulcro de corredor

Coordenadas UTM (ETRS89)

x = 426.634; y = 4.735.898

Coordenadas geográficas (WGS)

Latitud 42.772106; Longitud -3.896794

Coordenadas Google Maps

42.772106,-3.896794

Acceso

Dista del pueblo 3 km y se accede a él con facilidad, tanto a pie como en coche, a través de un camino bien señalizado que remonta el idílico vallejo del Navazal.

Entorno

Plataforma superior de páramo, a mitad de camino entre la gran caída a Valderredible, por el norte, y la cuesta menos pronunciada en que se sitúan el pueblo de Sargentes y el valle del arroyo de las Vegas, por el sur. En un pintoresco lugar, inmediato a un salto de agua del arroyo Navazal.

Descripción

El dolmen de la Cabaña fue descubierto en 1984 y excavado un año después. Consta de una cámara circular de unos 3 metros de diámetro y un corredor semi-descubierto de algo más de 5 m de largo con orientación sureste, todo ello protegido por un gran túmulo de unos 16 metros de diámetro. Tras su excavación, se pudo comprobar el carácter revuelto de la colmatación de la cámara, en cuyo relleno se encontraron diversos materiales modernos, algunos tan recientes como casquillos de balas de la Guerra Civil, ya que por esta zona discurría el frente Norte de la contienda y la estructura megalítica debió utilizarse como improvisado parapeto. Por otra parte, en el corredor se distinguía un sector cubierto, el más próximo a la cámara, aparentemente “intacto” en el que se halló el único cráneo completo conservado y huesos largos sin conexión anatómica, junto con escasas ofrendas. La Cabaña es otro de los monumentos que ofrece un gran espectáculo en relación con el solsticio de invierno. Durante este instante los primeros rayos del sol impactan en los ortostatos del fondo, iluminando generosamente el interior de la cámara, un fenómeno recientemente estudiado en el propio dolmen. La cámara se cubrió con una lona para observar la incidencia de la luz solar en el interior, pudiendo experimentar el alcance que tendría el efecto luminoso en el espacio cameral cerrado, tal como estaría originalmente. Los materiales arqueológicos recogidos y que pudieron formar parte del ajuar no presentaban grandes diferencias con respecto al resto de dólmenes loriegos, exceptuando el hecho de que no se recuperó ningún elemento campaniforme o más moderno, tratándose por tanto de un sepulcro libre de reutilizaciones funerarias prehistóricas tras el Neolítico Final. Las dataciones radiocarbónicas así lo corroboran, revelando que fue sobre todo durante la segunda mitad del IV milenio a.C. cuando este dolmen fue utilizado como tumba. Sin embargo, no sin sorpresa, se han detectado también, mezclados con el osario neolítico, restos de dos individuos de época altomedieval. Aunque la mayor parte del ajuar se compone de geométricos y otros materiales líticos, cuentas de collar, cerámicas y alguna espátula en hueso de animal, merece la pena destacar la presencia de una punta de flecha pedunculada de sílex, perfectamente en consonancia con las fechas radiocarbónicas. La porción de osario conservado estaba formada por menos de veinte individuos, entre adultos, juveniles y algún infantil. Además, el estudio de los huesos revela que pudieron efectuarse prácticas de descarnado de los cadáveres. Algunas marcas de corte realizadas “en fresco” sobre un radio humano así lo demuestran, por lo que quizás la manipulación de los cuerpos aún en proceso de descomposición podría formar parte también de las prácticas funerarias megalíticas, sin poder confirmar aún que se trate de un comportamiento generalizado.

Bibliografía

Delibes et alii. (1993): Dólmenes de La Lora. Burgos. Junta de Castilla y León.

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